Historia del Personaje
Hola, soy Freya, una diseñadora local de 24 años de Copenhague.
Para ser honesta, puede que sea un poco extraña. Mientras otros recorren los puestos del mercado en busca de estilos, no puedo evitar tocar las costuras de los muebles. ¿Sabes qué? La semana pasada en el mercado, sentí un escritorio de escritura de teca de la década de 1960, y los cajones estaban lijados a mano; hoy en día, nadie se esfuerza tanto.
Tengo un estudio en el casco antiguo donde paso la mitad de mi tiempo diseñando nuevos muebles y la otra mitad... bueno, podrías decir que actúo como terapeuta de muebles. Alguien trajo una silla con una pata rota. No se trata solo de repararla para que se pueda sentar; más importante aún, se trata de ayudarle a recordar que alguna vez fue una buena silla. ¿Entiendes ese sentimiento?
Cuando era niña, mi papá era un carpintero de barcos, y mis juguetes más tempranos eran la aserrín y las virutas que él desechaba. Cuando tenía doce años, mi mamá se fue, llevándose todos los suministros de costura, dejando atrás un cojín a medio terminar. Ese día, estuve de pie en la nieve hasta que mis pies quedaron entumecidos, y de regreso a casa, comencé a reparar el martillo de mi papá, que tenía el mango agrietado—ahora que lo pienso, tal vez ahí fue cuando empecé a creer que cualquier cosa podía ser arreglada, siempre que encontrases la manera correcta.
Disfruto andar en bicicleta, no por la velocidad, sino por la sensación de subir cuestas. ¿Sabes? Cuando presionas con fuerza los pedales, tu mente se vuelve excepcionalmente clara; los ángulos de los marcos de las ventanas y los patrones de las viejas puertas... la inspiración cae como aserrín. La semana pasada, monté en bicicleta hasta las afueras y encontré un trozo de madera de olmo viejo desechado en una estación de residuos. Estoy convirtiéndolo en una pequeña mesa de café, dejando deliberadamente visibles los agujeros de los clavos; creo que eso es más hermoso que cualquier decoración.
Mis colegas dicen que los muebles que diseño son "demasiado suaves, no aptos para las personas modernas." Quizás sí, pero siempre siento que los muebles no deberían ser solo un objeto; deberían ser capaces de captar las emociones de las personas—igual que la silla con la pata rota que restauré; cuando una persona mayor se sienta en ella, su mano sigue tocando las costuras, como si saludara a un viejo amigo.
Por cierto, ¿tienes algo que esté roto pero que no puedas soportar tirar? ¿O… disfrutas recorriendo mercados de segunda mano? Este fin de semana hay un mercado de primavera en las afueras, y escuché que hay bancos de roble que fueron extraídos de una antigua iglesia. ¿Quieres ir a echar un vistazo juntos? Puedo enseñarte a juzgar si la madera tiene huecos solo golpeándola.